Volver al Indice – Historia de Autos Clásicos
Por Alejandro Franco – contáctenos
La mejor definición para el Karmann – el primer deportivo de la firma alemana Volkswagen – sería la de travesti de la industria automovilística. Una exquisita carrocería italiana montada sobre el chasis del auto económico más popular de todos los tiempos. Como todas las rarezas (e hitos) de la industria del automóvil, el VW Karmann tuvo su historia y aquí se la contamos.
Una política extremadamente conservadora
Estamos a finales de los 50, y la Volkswagen mantenía una cómoda posición en el mercado como fabricante de autos económicos y confiables. El tema era que sus modelos ya comenzaban a denotar su antigüedad y los numerosos proyectos para reemplazarlos – al Escarabajo y al Microbus de la VW – eran constantemente rechazados por el director de la compañía, Heinz Nordhoff, quien consideraba que lo que era un éxito debía mejorarse en vez de cambiarse. Nordhoff prefería un auto viejo pero funcional antes que uno nuevo y lleno de desafíos económicos y de ingeniería, así que puso hincapié en hacer progresar los modelos exitosos de la marca realizando el menor esfuerzo posible para no alterar su naturaleza.
Ciertamente la política de Nordhoff no estaba demasiado equivocada. La Volkswagen había visto nacer algunos éxitos marginales – como el Escarabajo convertible – como fruto de la iniciativa de emprendedores independientes (en ese caso, del diseñador Wilhelm Karmann). En 1951 Karmann y Nordhoff se acercaron para estudiar la posibilidad de generar alguna variante deportiva basada en el Escarabajo, pero nada fructífero terminó resultando de dicha reunión.
A su vez, a cientos de kilómetros de allí, estaban los carroceros de la italiana Ghia. Después de la guerra la situación económica italiana no era precisamente esplendorosa y, ante la crisis de la industria nacional (y la ausencia de buenos motores), los carroceros italianos intentaban sobrevivir armando prototipos con mecánica extranjera e intentando vendérselos a las marcas norteamericanas para que hicieran alguna serie limitada de lujo. La gente de Ghia obtuvo cierto éxito con la Chrysler, para los cuales construyeron modelos altamente customizados para clientes exigentes, y algunos prototipos para exposiciones.
Conformes con los italianos, la gente de la Chrysler decidió encarar el diseño de una cupé con aire europeo; armaron un boceto y se le dieron a los carroceros de Ghia para que pulieran y expandieran sus ideas. El prototipo – llamado D’elegance – era una cupé mediana de líneas redondeadas y ligeramente deportivas. Mientras los diseñadores italianos veían qué hacer con dicho modelo el director de Ghia, Mario Boano, fue contactado por Wilhelm Karmann, quien buscaba aliados para que lo ayudaran en la tarea de convencer a Nordhoff de la necesidad de un Volkswagen deportivo. Y Boano se comprometió a diseñarle un prototipo.
Lo que sigue ya entra en el terreno de la polémica. Virgil Exner, diseñador en jefe de la Chrysler, ha repetido en numerosos reportajes que el modelo a escala del D’elegance (y que fuera remitido a Italia para su rediseño) fue el que terminó sirviendo de base para el VW Karmann Ghia. Por su parte Boano ha defendido la independencia de ideas de su firma, diciendo que el D’elegance partió de un boceto de los italianos, quienes terminaron usando ideas de allí para el deportivo que culminó en manos de los alemanes. Lo cierto es que el Karmann Ghia ya estaba en la mesa de trabajo de los italianos cuando recibieron al D’elegance… y posiblemente tomaron prestadas una idea o dos del prototipo norteamericano. Como sea la polémica no pasó a mayores, simplemente porque la gente de la Chrysler nunca vió al VW Karmann Ghia como un competidor – su motorización y su tamaño eran demasiado pequeños para el gusto norteamericano -… aunque siempre tiraron la queja que alguna de sus líneas nació en un tablero de diseño en Detroit.
Nace el VW Karmann Ghia
En 1953 Wilhelm Karmann le presentó el prototipo a Heinz Nordhoff. Al estricto jefe de la VW le gustó mucho el auto, pero pensó que sería demasiado caro para su clientela… hasta que Karmann le dijo cual iba a ser su precio de venta. Sorprendido por la cifra, Nordhoff le dio luz verde al proyecto y la producción del deportivo se puso en marcha.
Por supuesto, el Karmann Ghia representaba todo un reto para la mecanizada producción de la Volkswagen. Se requirieron 21 meses de reingeniería para solucionar los problemas de fabricación, en especial el tema de construcción y ensamblado de partes manufacturadas a mano.
Aún cuando la estilizada silueta del Karmann Ghia anticipaba un poderoso deportivo, no dejaba de ser un Escarabajo ligeramente más potenciado. Nordhoff intentaba preservar a toda costa su relación con la Porsche, con quienes intercambiaban ingeniería y mantenían una relación de empresas hermanas desde su nacimiento. Lo que menos quería Nordhoff es que la Porsche considerara al Karmann como un serie competidor del 356, y por eso decidió subpotenciarlo.
En Julio de 1955 el VW Karmann Ghia fue presentado al público; costaba casi el doble que un Escarabajo y no tenía diferencias mecánicas perceptibles.
Ciertamente era un producto raro. No era un coche barato, pero tampoco era tan costoso como los deportivos a los que estilísticamente se parecía. Aun con su poca potencia, el Karmann Ghia parecía ser el “deportivo del hombre pobre”, y terminó construyendo su propio nicho. Las ventas fueron creciendo de a poco, especialmente en los 60 en donde terminó por transformarse en un gusto adquirido. Tal como el Escarabajo, la falta de innovación terminó por jugar a su favor, dándole valor de reventa y generando una fama de auto confiable y seguro. Su producción terminaría en 1974, con más de 450.000 unidades construidas en más de dos décadas de existencia.
En 1961 la VW se despachó con el Type 34, un Karmann Ghia mucho más caro y estilizado que, si bien estuvo 8 años en producción, no llegó a las 50.000 unidades (se puede ver en la miniatura al final de la página)
Es posible que el Karmann Ghia haya sido un coche popular que no haya hecho historia. Es bonito y adorable, económico y poco potenciado; y aunque tiene su culto, se trata de una belleza que es más aparente que real.
