Autos Clásicos: Historia del Mercedes Benz 300 SL “alas de gaviota”

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HISTORIA DEL MERCEDES BENZ 300SL

Por Alejandro Franco – contáctenos

Las historias de las diferentes industrias automotrices europeas tienen un derrotero parecido. Se vieron obligadas a producir coches austeros al final de la guerra y, en un determinado momento, decidieron saltar al mercado de los vehículos de lujo. Algunos fabricantes hicieron el giro antes que otros – la BMW en los 60, la Volkswagen a finales de los 80, por ejemplo -, pero en buena parte pretendieron tomar ejemplo de la Mercedes Benz, quienes – a principios de los cincuenta – decidieron expandir su negocio y cubrir nuevos nichos.

Y el coche que hizo dicho cambio es el roadster que ahora nos ocupa, una criatura elegante con corazón de bestia que sirvió para darle a la Mercedes Benz el prestigio que necesitaba recuperar en la duras épocas de la post guerra.

La crisis de la austeridad

Con Europa en ruinas resultaba difícil prosperar, más aún si uno se dedicaba a fabricar autos. Los constructores de aquel entonces tenían dos caminos: derivarse a la producción masiva de vehículos baratos y económicos – los llamados microcars, una movida que sumó a la BMW, la Fiat, y una horda de arriesgados emprendedores que no llegaron a sobrevivir más allá de los años 60 -, o mantenerse en sus 13, y continuar con la fabricación de sus vehículos habituales – costosos, artesanales y en bajos números -, pretendiendo seducir a los sectores económicos más adinerados. El problema era que la pobreza y las dificultades de la postguerra impedía la renovación de los modelos – no lograban obtener financiación para la reingeniería de productos o, bien, había escasez de materiales lo que disparaba los costos de producción -, con lo cual muchas firmas se mantenían fabricando los mismos coches desde finales de los años 30.

La Mercedes Benz venía sobreviviendo con la producción del W120 / 121conocido en estos lares como el 190 -, el cual era un sedán tremendamente austero orientado a la clase media. Por otra parte la empresa intentaba mantener su antiguo prestigio con los modestos números de su costosa limusine 300apodada “Adenauer” en honor al primer canciller de la recientemente surgida República Federal Alemana, el cual poseía cinco de estos autos para cumplir con sus requisitos protocolares -, el cual tenía un diseño tan lujoso como anticuado. El 300 se produciría desde 1951 hasta 1962 en pequeños números, y no dejaría de ser un dinosaurio vestido de seda.

En aquel momento la Mercedes planteaba seriamente su futuro: entre mutar hacia la fabricación de coches exclusivos – al estilo de la Rolls Royce -, o plantear una diversificación del negocio. Porque la gente pudiente no sólo quería coches grandes, lujosos y severos sino que quería divertirse un rato y excitarse con la velocidad de una potente cupé.

Considerando el éxito en las carreras de Le Mans que tenía el W194, Max Hoffman – distribuidor de la Mercedes Benz en Estados Unidos – le sugirió a la empresa que debía adaptarlo como deportivo de calle, afirmando que el mismo sería todo un éxito de ventas en Norteamérica. La idea prendió fuerte en los ingenieros de la marca, quienes procedieron a remodelar el coche y el motor.

La particular estructura del W194 un chasis tubular que resultaba tan liviano como resistente – le daba una arquitectura única al coche. Y, en ese proceso de reformas, es que hizo su aparición las puertas “alas de gaviota” que convirtieron al W198 (o 300SL) en un clásico instantáneo. Las “alas de gaviota” no eran una idea nueva – Bugatti había jugado con la idea en los años 30, pero nunca había pasado mas allá del tablero de dibujo – y tenía sus ventajas (requería menos espacio lateral para abrir que las puertas comunes), pero tenía su cuota importante de inconvenientes. Por ejemplo, hubo que poner un techo alto y colocar las bisagras de las puertas prácticamente en mitad del techo para que el ingreso al vehículo fuera relativamente cómodo. Por otra parte la historia demostraría que este tipo de puertas trae su propia caterva de problemas – desde la necesidad de aislamiento frente a la lluvia, pasando por la instalación de un fuerte contrapeso para evitar los accidentes con los ocupantes debido al cierre accidental / caída de la puerta, amén de disponer de mecanismos delicados para trabarlas -, no todos los cuales fueron bien resueltos por la Mercedes. Pero la formidable ingeniería del 300SLfue el primer auto de la historia con inyección de combustible, y fue el coche más rápido de su época con 260 km/h de velocidad máxima – y su sólida construcción lo transformaron en una criatura seductora y deseable.

No todo eran rosas; la inyección de combustible daba resultados en cuanto a la performance pero, por otra parte, desgastaba el motor a un nivel impresionante. Es que el mecanismo despachaba combustible en exceso al momento del encendido, lo cual lavaba el aceite de los cilindros; y este problema podía compensarse si el coche era puesto al máximo de su velocidad, … un proceso natural para un vehiculo de carrera pero no para un auto de calle. Por otra parte el desempeño del coche variaba enormemente de acuerdo a la cantidad de combustible cargado; el tanque era demasiado grande y, de acuerdo a su llenado, era un factor desestabilizante para un auto cuyo chasis era extremedamente liviano.

Las complicaciones con las alas de gaviota no se hicieron esperar, y la Mercedes Benz decidió convertirlo en roadster en 1957. Su fabricación llegaría hasta 1963, con una producción total de 3.258 vehículos.

El dorado ocaso de un clásico

Hoy en día los Mercedes Benz 300SL constituyen los coches de colección más valorizados de la marca. Un deportivo de estos cotiza más de un millón de dolares en las subastas a coleccionistas. E incluso la Mercedes Benz ha abierto un centro exclusivo de restauración, el cual provee repuestos y mecánicos especializados para poner a punto sus modelos más antiguos. Un respaldo formidable para uno de los coches más venerados de la historia.

otra vista del Mercedes Benz 300 SL Alas de Gaviota