Volver al Indice – Historia de Autos Argentinos
Por Alejandro Franco – contáctenos
Si bien nuestro portal se dedica mayoritariamente a los autos, existen ciertos modelos que han dejado su mella en la historia y merecen nuestro reconocimiento. Ese es el caso del Rastrojero Diesel, un utilitario de fabricación nacional que se produjo a partir de 1952 y que – con variaciones de nombre y marca – logró llegar hasta los años 90. Todo un triunfo, considerando la alta volatibilidad de la industria automotriz argentina.
Cuando Argentina soñaba con ser potencia
Pero los méritos del Rastrojero no se restringen a su longeva producción. En sí, fue el único proyecto criollo de vehículo social y popular que ha logrado concretarse con éxito. Es posible que el Rastrojero carezca de ingeniería original – lo suyo es una mezcla de piezas pre-existentes de distintas marcas y fabricantes -, pero demostró ser una buena idea, y una que el público abrazó con fervor. Más de 33.000 unidades vendidas a lo largo de casi cuarenta años confirman de que se trataba de un vehículo confiable, duro y con el precio adecuado para el mercado al cual apuntaba.
El Rastrojero nació en los años 50, cuando la Argentina aspiraba a convertirse en una potencia industrial. El gobierno de Juan Domingo Perón habia generado numerosos planes para el crecimiento tecnológico del país, pero pocos de ellos habían podido concretarse con éxito. En el caso de los autos, lo que había era importado, y el aumento del número de las importaciones – debido a al surgimiento de un estado de prosperidad – pronto comenzó a desequilibrar la balanza comercial. Perón ya había tenido varias reuniones con ejecutivos de firmas extranjeras, los cuales se negaban a establecer fábricas locales aduciendo que la industria argentina carecía de la tecnología necesaria como para garantizar un nivel mínimo de calidad. Frustrado por las negativas Perón decidió atender la sugerencia de su ministro de Aviación, Juan Ignacio de San Martín, quien le convenció que el departamento de ingeniería del Instituto Aerotécnico contaba con las condiciones necesarias para establecer un emprendimiento a la altura de las circunstancias. Considerando que el establecimiento de una industria estatal serviría como guía para la creación, multiplicación y crecimiento de una industria pesada nacional, Perón impulsó la fundación del IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) en 1951. Los propósitos del IAME eran extremadamente ambiciosos e iban desde la construcción de aviones hasta la de tractores, ómnibus y utilitarios para el campo.
El Rastrojero Diesel pertenece a este último rubro. Era un utilitario adusto y fuerte, pensado como vehículo económico de carga para la industria y el campo. Los primeros modelos poseían un motor naftero Willys, los cuales derivaban de una partida de motores defectuosos que habían sido adquiridos a un fabricante norteamericano de tractores a precio de pichincha, y que pudieron ser reciclados después de un proceso de reingeniería – cabe acotar que negociados de este tipo abundan a lo largo de toda la historia argentina, los cuales van desde el desmembramiento del proyecto aeronáutico Pulqui a cambio de una partida de obsoletos aviones norteamericanos, la adquisición de tanques de descarte de la guerra como material de primera para la defensa, o o incluso la compra (en años recientes) de vagones de trenes y subtes de segunda mano a potencias extranjeras -. Como sea, lo cierto es que el Rastrojero siguió adelante y, cuando los motores nafteros se agotaron, se introdujo el tradicional motor diesel Borgward, el que – con variaciones – acompañaría al modelo hasta el fin de sus días.
En 1968 se introdujo el primer rediseño. Mientras que al principio se trataba de una carrocería de diseño nacional – inspirada por el styling de alguna rural Ford, y con unos particulares guardabarros que lo asemejaban a un coche del Turismo Carretera de aquellos años -, el modelo 1968 no era más que una matriz adaptada del Fiat 1800, un sedán italiano producido entre 1959 y 1968. Ahora el Rastrojero Diesel se veía más como camioneta que como camión, y el nuevo diseño era mucho más feliz.
Aunque la producción era constante y los números satisfactorios, el estado – en ese momento a cargo la Junta Militar que gobernaba durante el proceso – decidió clausurar la fabricación del Rastrojero en 1979. Para ese entonces el Rastrojero ya se había diversificado hasta convertirse en una familia de productos, que iban desde una práctica furgoneta (Frontalito, con tecnología DKW Auto Unión) hasta un rústico sedan diseñado para taxi. Como sea, la producción cesó en 1979 pero ello no marcó el fin del Rastrojero.
Un utilitario que se negaba a morir
En 1982 la sociedad Lo Giudice-Pace adquirió los rezagos de producción del Rastrojero y se abocó a ensamblarlos en una planta establecida en Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe. Pero el emprendimiento pronto se enfrentó con serios problemas económicos y legales – la concesión de la marca y las matrices se demoraron tres años -, y terminó por cerrar sus puertas en 1986. Y el Rastrojero tendría que esperar hasta 1989 para ver su último intento de resurrección, esta vez en manos del fabricante de tractores Massey Ferguson, quienes se hicieron cargo tanto de la pickup como de la furgoneta. Pero aún cuando la mecánica fuera fuerte y confiable, 40 años de atraso tecnológico eran demasiados y el nuevo Rastrojero – rebautizado Ranquel – no logró sobrevivir a la dura competencia del mercado frente a similares que eran más cómodos, robustos y modernos. Así fue como el Rastrojero dió su ultimo suspiro y pasó a retiro, terminando por engrosar las páginas de la industria automotriz nacional.
A veces los proyectos son fruto de su tiempo, y no basta la mención de su honorable pasado para convertirlos en vigentes. La decadencia del Rastrojero estuvo signada por su falta de evolución tecnológica, en una época en donde los consumidores comenzaron a pedir calidad, prestaciones y modernidad. Como patrón guia de la industria automotriz nacional el Rastrojero cumplió su cometido pero no pudo adaptarse al cambio de los tiempos, y terminó por convertirse en una sombra del glorioso espíritu que le diera origen.