{"id":5501,"date":"2017-08-22T01:25:29","date_gmt":"2017-08-22T01:25:29","guid":{"rendered":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/clasicos-plymouth-road-runner\/"},"modified":"2023-04-24T23:48:34","modified_gmt":"2023-04-25T02:48:34","slug":"clasicos-plymouth-road-runner","status":"publish","type":"page","link":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/clasicos-plymouth-road-runner\/","title":{"rendered":"Autos Cl\u00e1sicos: Historia del Plymouth Road Runner"},"content":{"rendered":"

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Volver al Indice – Historia de Autos Cl\u00e1sicos<\/a><\/h2>\n

\"HISTORIA<\/p>\n

Por Alejandro Franco –<\/strong> cont\u00e1ctenos<\/a><\/h2>\n

No era bonito pero era irreverente, y all\u00ed resid\u00eda todo su carisma. Comenz\u00f3 como la materializaci\u00f3n de la sugerencia de un fan, y termin\u00f3 por convertirse en una propuesta duradera y memorable de la marca. Hoy en Autos de Culto<\/strong> revisaremos la historia de un muscle car<\/em> con nombre de dibujito animado: hablamos del Plymouth Road Runner<\/strong>,… o Correcaminos<\/em>, para sus m\u00e1s intimos.<\/p>\n

La idea de un muscle car econ\u00f3mico<\/h2>\n

Una constante en la industria automotriz norteamericana es que suelen partir de una gran idea y, al cabo de unos a\u00f1os, terminan por bastardizarla de una manera incre\u00edble. Iconos de su tiempo evolucionaron hasta p\u00e1lidos y sacr\u00edlegos imitadores que ni siquiera llegaban a ser una sombra de lo que fueron en un principio, y \u00e9se es un hecho irrefutable que puede probarse con decenas de autos conocidos, sea el Dodge Charger<\/a>, las desnatadas versiones del Ford Mustang<\/a> surgidas en los 80s, o la sosa evoluci\u00f3n del pr\u00e1ctico Ford Falcon<\/a> en las a\u00fan m\u00e1s desabridas (e insalubres) versiones del Maverick<\/strong>.<\/p>\n

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El problema pasa por la obsesi\u00f3n de economizar costos. Es por ello que las corporaciones suelen caer en el vicio del rebadge <\/em>– toman un modelo de otra l\u00ednea, le cambian un par de detalles cosm\u00e9ticos, y lo ofrecen con otra marca de la compa\u00f1\u00eda<\/em> -, algo que no s\u00f3lo satura y confunde al cliente, sino que termina asesinando las bondades de un producto, especialmente si el mismo ten\u00eda personalidad y ten\u00eda una imagen duradera instalada en la mente de los consumidores. A trav\u00e9s del rebadge<\/em> hubo generaciones enteras de autos clonados cuya \u00fanica diferencia era la chapita con la marca, lo que sol\u00eda devenir en el efecto inverso al deseado: en vez de reducir costos lo que obten\u00edan los gerentes era la canibalizaci\u00f3n de las ventas, modelos que se depredaban mutuamente los clientes y que terminaban generando un fuerte declive en las estad\u00edsticas. Vaya uno a entender la mentalidad gerencial, lo cierto es que desde 60 a\u00f1os hasta la fecha el rebadge<\/em> sigue ocurriendo, a\u00fan cuando los efectos negativos sean claramente conocidos por los operadores de la industria.<\/p>\n

\"la<\/p>\n

la irreverencia transpiraba por todos los poros del Road Runner, sea en la proliferaci\u00f3n de calcamon\u00edas del cartoon del que tomaba el nombre, y siguiendo por la abundancia de colores fl\u00fao, inusuales para su \u00e9poca<\/h3>\n

La idea de Yates era simple: los muscle cars<\/em> deb\u00edan volver a sus fuentes, y ser coches realmente econ\u00f3micos; s\u00f3lo de ese modo j\u00f3venes y corredores podr\u00edan adquirirlos y despu\u00e9s sofisticarlos como quisieran. Lo que ped\u00eda era practicamente un coche de calle con un motor bestial, y la ausencia casi total de opcionales, de manera que fuera un auto realmente despojado y reducido a lo b\u00e1sico. A Anderson la idea lo entusiasm\u00f3 mucho – despu\u00e9s de todo ven\u00eda de obtener resultados muy tibios con el Plymouth GTX<\/strong>, el cual era bastante costoso a\u00fan en su versi\u00f3n base y se encontraba librando una f\u00fatil guerra con versiones clonadas que engendraba la Chrysler<\/strong>, como el Dodge Coronet<\/strong> y, m\u00e1s tarde, las \u00faltimas versiones deportivas del Charger<\/a> <\/em>-, as\u00ed que comenz\u00f3 a hacer campa\u00f1a dentro de la compa\u00f1\u00eda para producir un muscle car <\/em>econ\u00f3mico.<\/p>\n

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Ciertamente Anderson quer\u00eda producir algo realmente espartano pero los especialistas de marketing (liderados por Gordon Cherry, analista de producto) quer\u00edan ponerle picante, de manera de derrotar al entonces lider del rubro – el Pontiac GTO<\/strong>, quien ven\u00eda arrasando en ventas<\/em> – no con un coche gris, sino con algo totalmente irreverente. Ser\u00eda durante una sesi\u00f3n de brainstorming <\/em>en su casa un s\u00e1bado a la ma\u00f1ana cuando ver\u00eda por casualidad un episodio del cartoon<\/em> de la Warner Brothers<\/strong> de El Coyote y el Correcaminos<\/strong>, y le llegar\u00eda la epifan\u00eda de que el nombre de la caricatura era el adecuado para ilustrar el concepto que tendr\u00eda el nuevo auto.<\/p>\n

A much\u00edsima gente – fuera el canal de distribuidores, la gente de marketing o la agencia de publicidad de la corporaci\u00f3n<\/em> – le encant\u00f3 la idea, pero no a los altos mandos y despu\u00e9s de mucha insistencia terminaron por ceder. Precisamente el caracter fr\u00edvolo de coche ser\u00eda lo que lo distinguiera de la masa, y le dar\u00eda la personalidad que precisaba para perdurar en la mente de los consumidores.<\/p>\n

La Plymouth<\/strong> lleg\u00f3 a un arreglo con la Warner<\/strong>, pag\u00e1ndole licencias por 50.000 d\u00f3lares en 1968, y d\u00e1ndole el derecho a usar toda la iconograf\u00eda del personaje tanto en el auto como en las campa\u00f1as publicitarias. El Road Runner<\/strong> debut\u00f3 en 1968, siendo un reciclado de partes preexistentes, pero combinadas de una manera \u00fanica y efectiva. Ten\u00eda colores chillones, calcoman\u00edas por todos lados, y no dejaba de ser un Plymouth Belvedere<\/strong> dos puertas con la suspensi\u00f3n reforzada – propia de las versiones patrullero y taxi del modelo<\/em> – junto a un motor 6.3 bastante potente. Costaba menos de 3.000 d\u00f3lares de la \u00e9poca (un triunfo de la optimizaci\u00f3n de costos) y era capaz de hacer el cuarto de milla (403 metros) en menos de 14 segundos, lo que lo hac\u00eda econ\u00f3mico, potente y, sobre todo, apetitoso para un p\u00fablico joven.<\/p>\n

Por supuesto ten\u00eda pocas opciones y, si uno lo miraba de cerca, no dejaba de ser un coche demasiado espartano. Ten\u00eda alfombras de caucho y asientos austeros – mono cuerpo y carente de lujo<\/em> -; por otra parte, desbordaba de calcamon\u00edas del personaje de la Warner<\/strong> – en especial el carburador con la estampa del Coyote<\/strong> pintado en \u00e9l<\/em> -, lo que era un detalle tan bizarro como divertido. Era un coche que no se tomaba en serio a s\u00ed mismo, y los compradores abrazaron en masa la idea, adquiriendo en su a\u00f1o de lanzamiento 44.500 unidades, las cuales desafiaban las ultraconservadoras predicciones de la gerencia – quienes estimaban no vender m\u00e1s de 2.500 unidades al a\u00f1o <\/em>-.<\/p>\n

\"un<\/p>\n

un vistazo al inusual motor del Plymouth Road Runner<\/h3>\n

Incluso las ventas podr\u00edan habers elevado mucho m\u00e1s, de no ser por el desborde de pedidos y la saturaci\u00f3n de la cadena de producci\u00f3n de la Plymouth<\/strong>, que debi\u00f3 esperar al a\u00f1o siguiente para poder reacomodarse. En 1969 lleg\u00f3 a 82.000 veh\u00edculos vendidos y, sumado a los n\u00fameros del GTX<\/strong>, la Plymouth<\/strong> hab\u00eda logrado derrotar al Pontiac GTO<\/strong> en cantidad de deportivos puestos en la calle.<\/p>\n

Pronto comenzaron a surgir competidores. Dentro de la Chrysler<\/strong> sali\u00f3 la Dodge<\/strong> con su propia mascota, el Super Bee<\/strong>; por su parte Ford<\/strong> ofreci\u00f3 el Torino Cobra<\/strong>, y la Chevrolet<\/strong> sali\u00f3 a disputar el mercado con el colorinche Chevrolet Chevelle<\/strong>.<\/p>\n

Entre la competencia, los precios de los combustibles y el costo de las p\u00f3lizas de seguro de los muscle cars<\/em>, el Road Runner<\/strong> comenz\u00f3 su declive en 1971. Baj\u00f3 a 41.000 unidades vendidas, y despu\u00e9s volvi\u00f3 a descender a 14.000 unidades. Para colmo fue empardado con una carrocer\u00eda com\u00fan de la Chrysler<\/strong>, con lo cual se ve\u00eda id\u00e9ntico a las versiones de aquel entonces del Dodge Charger<\/a>, el cual ven\u00eda en una baja constante y pronunciada.<\/p>\n

A\u00fan con pocas unidades vendidas el Plymouth Road Runner <\/strong>era rentable y se las ingeni\u00f3 para sobrevivir la d\u00e9cada, algo que no logr\u00f3 hacer ninguno de los muscle cars<\/em> de la competencia. Sus \u00faltimas versiones – basadas en el aburrid\u00edsimo Plymouth Volare<\/strong><\/em> – eran demasiado recatadas, y carec\u00edan de la chispa que le di\u00f3 origen. As\u00ed fu\u00e9 que en 1980 el Road Runner <\/strong>desapareci\u00f3, sin dejar un digno sucesor que fuera tanto potente como irreverente, y que invitara al p\u00fablico a re\u00edrse con \u00e9l.<\/p>\n

\"versi\u00f3n<\/p>\n

versi\u00f3n 1971 del Plymouth Road Runner<\/h3>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Historia del Plymouth Road Runner – un muscle car basico y popular que fuera furor de ventas en los a\u00f1os 70. Cronica de este auto clasico<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":0,"parent":0,"menu_order":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","template":"","meta":[],"aioseo_notices":[],"_links":{"self":[{"href":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/wp-json\/wp\/v2\/pages\/5501"}],"collection":[{"href":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/wp-json\/wp\/v2\/pages"}],"about":[{"href":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/wp-json\/wp\/v2\/types\/page"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=5501"}],"version-history":[{"count":1,"href":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/wp-json\/wp\/v2\/pages\/5501\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":10929,"href":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/wp-json\/wp\/v2\/pages\/5501\/revisions\/10929"}],"wp:attachment":[{"href":"http:\/\/localhost\/autosdeculto2023\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=5501"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}

En otros casos el declive de un modelo pasa simplemente por haber perdido, en el camino, el concepto primigenio que le di\u00f3 origen y personalidad. Si el rebadge<\/em> se trata de una aplicaci\u00f3n salvaje de econom\u00eda de costos, la sofisticaci\u00f3n – para transformar un modelo en lujoso y, de ese modo, inflar las ganancias de la compa\u00f1ia<\/em> – es la alteraci\u00f3n del ADN de un auto para transformarlo en un producto depurado. Ciertamente han habido casos de \u00e9xito en la sofisticaci\u00f3n de modelos reconocidos – como el Volkswagen Beetle<\/a> o el Mini<\/a> <\/em>-, quienes evolucionaron hasta convertirse en coches de \u00e9lite, pero conservando la identidad que los caracterizaba. Por contra, la industria norteamericana ha pecado poco menos que de iconoclasta, masacrando a una bestia de las rutas como era el Dodge Charger<\/a> y convirti\u00e9ndolo en un afeminado cup\u00e9 de lujo a finales de los 70s, el cual no ten\u00eda siquiera una tuerca en com\u00fan con el coche salvaje que hab\u00eda sido en un principio. Y, entre el sendero del Beetle<\/strong> y del Charger<\/strong>, han ocurrido casos intermedios. Por ejemplo, los principios de los 70s vieron el apogeo de los muscle cars<\/em>, pero los mismos ya se hab\u00edan convertido en objetos prohibitivos al alcance de unos pocos. Ese no era el concepto original de quienes hab\u00edan pergue\u00f1ado el rubro: los primeros muscle cars<\/em> – surgidos a mediados de los 60<\/em> – hab\u00edan sido pensados para un p\u00fablico joven (menor a 25 a\u00f1os), tipos que no contaban con gran poder adquisitivo, quer\u00edan gastar poco y ansiaban salir a quemar neum\u00e1ticos en picadas callejeras. Los muscle cars<\/em> se sofisticaron – fuera con variedad de motores, accesorios, pinturas especiales, etc<\/em> – de manera tal que se transformaron en deportivos de lujo, am\u00e9n de que – con el tiempo<\/em> – el precio de los combustibles y las astron\u00f3micas polizas de seguro que debian abonar sus due\u00f1os terminaron por aniquilarlos. Pero, cuando estaban en la cresta de la ola, surgi\u00f3 un periodista – Brock Yates, de la revista Car and Driver<\/strong> <\/em>-, quien vi\u00f3 todo el escenario y le escribi\u00f3 a su amigo Bob Anderson – gerente general de la Plymouth<\/strong><\/em> – un foribundo memor\u00e1ndum sobre el tema.<\/p>\n