Autos Clásicos: Historia del Porsche 356

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Autos Clasicos: Historia del Porsche 356

Por Alejandro Franco – contáctenos

Desde el ascenso del nazismo – a principios de la década del 30 – hasta su caída en 1945, Alemania se convirtió en un país realmente difícil para vivir. Mas allá de los fanáticos y asesinos, todos aquellos que trabajaron (o tuvieron vínculos) con el gobierno de Adolf Hitler fueron vistos – en la época de la post guerra – como traidores o colaboracionistas. Es difícil obtener una perspectiva objetiva cuando uno no vivió en medio de un infierno, en donde todo lo que circulaban eran mentiras y en donde las aberraciones eran tapadas con un muro de silencio, con el agravante que las sospechas podrían transformarse en motivo de persecución y muerte. La gran duda del momento después – cuando la guerra acabó – era si toda esa gente eran inocentes, actuaban a sabiendas del holocausto nazi, o era fanáticos que decidieron salvar su cabeza como pudierona cuando llegó el momento de los juicios masivos a militares e industriales que actuaron durante la furia del imperio hitleriano.

Una de dichas “victimas” era Ferdinand Porsche. En sí Porsche no era un individuo ajeno al régimen nacionalsocialista; a final de cuentas él fue el ingeniero que logró materializar el largo y ansiado sueño de Hitler del “auto del pueblo”, lo que dió nacimiento al popular Volkswagen Beetle llamado Tipo 1 en aquellos años -. A su vez Porsche fabricó vehículos de guerra – desde el jeep Kubelwagen hasta el destructor de tanques Elefant, amén de ser el padre del megatanque Maus, el cual nunca pasó de la etapa prototipo -, y mantuvo fluidos contactos con la alta jerarquía nazi hasta los últimos días del régimen en Abril de 1945.

Los problemas vinieron después, cuando Porsche fue arrestado – no una, sino dos veces; primero, pasó en prisión dos años hasta que Albert Speer dió su testimonio y lo desligó de ser miembro del partido nazi… lo que no impidió que los franceses lo apresaran a la salida de la cárcel, y lo volvieran a enjuiciar, esta vez bajo el cargo de colaboracionista -, y perdió la potestad sobre la Volkswagen, la cual pasó a manos del Ivan Hirst, un militar británico que terminaría por transformarse en un héroe para la compañía al evitar que la misma fuera desguasada o vendida a otras fábricas extranjeras.

En semejante escenario de desamparo aparece el hijo de Ferdinand, Ferry Porsche, el cual estaba decidido a seguir en el negocio de los automóviles aunque fuera por cuenta propia. A Ferdinand no lo soltaron hasta avanzado el año 1947, con lo cual Ferry decidió manejarse él solo, utilizando el expertise de los antiguos empleados de su padre. Así es como comenzaron a pergueñar el 356, el cual tomaba muchas ideas prestadas del Type 64 un coche de carreras que Porsche había diseñado en 1938 -. Pero las ideas, de momento, sólo quedaban reservadas al diseño y a algunas minucias mecánicas. El problema era la escasez de la post guerra, lo que obligó a Ferry Porsche a tomar prestada gran parte de la mecánica del VW Beetle de aquella época – motor trasero refrigerado por aire, 4 cilindros, perfomance económica -. Mientras que el modelo A no era más que un Beetle camuflado, las siguientes versiones comenzaron a utilizar partes originales de Porsche, el cual comenzó a refinar su desempeño haciendo hincapié en la potencia.

Las ventas eran buenas, aún cuando eran años de producción enteramente artesanal – el primer año Porsche fabricó 50 coches en un pequeño taller montado en un molino en Gmund, Austria; recién en 1952 pudo establecer una planta de producción propia -. La Porsche tomaba pedidos con antelación, cantidad que comenzó a incrementarse a medida que la fama del auto comenzó a extenderse – en especial debido a su gran perfomance y excelente manejo -. El otro punto que ayudó a oxigenar financieramente a la empresa fue el acuerdo con la empresa hermana Volkswagen, quienes le dieron a Porsche la distribución exclusiva de Beetles (y otros modelos de la VW) en Austria.

Pero el éxito del 356 residía en que era un excelente auto. Tenía un precio exhorbitante – salía lo mismo que un Cadillac equipado full de aquella época -, pero tenía un pique tremendo (algunos modelos llegaban a los 201 km/h) y una gran calidad de terminación, amén de una impensada economía (daba 100 km con 7.8 litros). Además su participación en las carreras le dió fama de aguerrido, y tenía lujo y estilo. Curiosamente fueron los norteamericanos quienes más se adhirieron al pequeño deportivo alemán – en una época en que menospreciaban a casi cualquier auto extranjero -, y su feedback contribuyó a que la Porsche refinara sus modelos de acuerdo a los gustos del mercado estadounidense.

El 356 continuó hasta 1965. En realidad la idea era aggiornarlo y mantenerlo como un deportivo pequeño, pero cuando lanzaron su hermano mayor – el legendario 911 – el éxito fue tal que la Porsche tuvo que rehacer sus planes y archivar al venerable 356. Con 76.000 unidades producidas, el 356 fue un producto de su tiempo, un auto que le dió renombre a Porsche y contribuyó a erigirlo en el fabricante de deportivos más prestigioso de su clase.

otra vista del Porsche 356

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