Autos Argentinos: Historia del Lazzarino Sports (1952)

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Historia del Lazzarino Sports (1952)

Por Alejandro Franco – contáctenos

Si el primer gobierno de Perón ha dado excentricidades de todo tipo en materia de automóviles, ésta debe ser una de las mas exquisitas. Tomen a un inmigrante italiano de talento infinito, a un gerente disconforme encaprichado con tener una Ferrari a toda costa, y póngalos juntos en una etapa de nuestro país en donde tener cualquier coche – por básico que fuera – era un lujo y las importaciones estaban vedadas. El resultado de semejante combo es un auto único en su especie, de líneas soberbias, aire europeo y mecánica nacional. Esta es la historia del Lazzarino Sports, una joya única en su género.

Para hacer algo con aire italiano… se precisa un italiano

El responsable de esta obra de arte es Bautista Lazzarino, un carrocero italiano que vino a la Argentina en 1927. Pronto abrió un taller en el barrio de La Paternal en compañía de su padre, su hermano y su hijo, y se dedicaron a hacer carrocerías de lujo para coches nacionales. Lazzarino llamó la atención con el rediseño de un Packard propiedad de una señora de alta sociedad, quien se lo había prestado prestó a la Iglesia para que el Cardenal Pacellí – de visita en Buenos Aires – se moviera en la ciudad. Pacelli años mas tarde se convertiría en el Papa Pio XII y el auto de Lazzarino se volvería toda una celebridad.

Pronto su taller se llenó de pedidos; no sólo era gente adinerada pidiendo rediseños de sus aburridos autos de calle sino corredores profesionales que querían carrocerías mas aerodinámicas. Como la importación estaba prácticamente cortada en la década del 40, Lazzarino se vio obligado a pulir y tunear viejos Fords, Chevrolets y Dodges de los años 30.

Entra en juego el jefe de aquel entonces de Ford Argentina, un norteamericano que estaba desesperado por tener una Ferrari. Al no poder importarla – y conociendo la calidad del trabajo del italiano – le pidió a Lazzarino construir algo similar, utilizando la mecánica de base de un Ford. El carrocero le metió un motor V8 de un Ford 1947, y se despachó con una carrocería inspirada en el Ferrari 212 de la época. El resultado fue magnífico.

interior del Lazzarino Sports 1952

un vistazo al pulido interior del Lazzarino Sports 1952, con las modernas reformas de seguridad que lo habilitan para carreras de autos clásicos

Ciertamente no era un auto de calle. No tenía freno de mano, la suspensión era durísima y el parabrisas era pequeño así que se precisaban antiparras para manejarlo a gran velocidad. Participó en la Gran Jornada Automovilística Presidente Perón llevada a cabo en Agosto de 1954. Pero después de eso la historia se desdibuja. Al parecer el gerente norteamericano lo vendió y quedó en la familia Penedo por varias décadas. Salió a la venta un par de veces pero no estaba bien conservado – mientras la carrocería estaba impecable, el motor Ford estaba inutilizado por el óxido -. En el 2003 los Penedo lo pusieron a la venta y el coche fue a parar a manos de un coleccionista belga. En el 2011 un coleccionista estadounidense lo adquirió y le hizo todo tipo de correcciones – desde reemplazar el motor hasta los frenos, además de agregarle un freno de mano – con el fin de participar en rallyes de coleccionistas como el Mille Miglia. Para el 2006 ya estaba participando en la Gran Carrera Panamericana, la cual tiene un recorrido aproximado de 3.000 kilómetros.

Es curiosa la cantidad de vueltas que da el destino. Hoy la “Ferrari argenta” de Lazzarino yace en la otra punta del mapa, cuidada con esmero en un depósito en Estados Unidos. Con una calidad de construcción asombrosa, no es de extrañar que se valore como un deportivo europeo clásico: hoy el Lazzarino Sports 1952 se cotiza a unos u$s 135.000 dolares, una sorpresa y un honor para algo manufacturado – con excelsa calidad – en nuestras tierras.